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  • Foto del escritorLic. Rodrigo B. Ríos

EL HORIZONTE DE UN ANÁLISIS (PARTE II): DUELO, PÉRDIDA Y FIN DE ANÁLISIS

DUELO, PÉRDIDA Y FIN DE ANÁLISIS


El fantasma se construye en análisis, es la relación del sujeto con el otro, dialéctica de la relación del sujeto con el otro y con ese resto que es el objeto a. La identificación implica el primer lazo afectivo con el Otro, identificación como lazo con el Otro para que me dé una respuesta a que soy para el Otro, porque carezco de los significantes que me representen. El fantasma es una respuesta a la falta en ser, el sujeto requiere ser nombrado por los significantes pero nunca del todo, eso es la elisión del significante en el sujeto, me representa pero nunca del todo.



El falo como significante de eso que falta, polariza el resto de los significantes, ahí comienzan los enredos de la neurosis. Ser o no ser es la trampa de la identificación fálica, ser o no ser el falo del Otro. La dirección de la cura tiene que ir en sentido de franquear lo fálico y esto significa que no tiene que ver con tenerlo o no tenerlo, sino que el deseo va por otro lado. Es importante ubicar en la lógica de la cura esos significantes amos a los cuales el sujeto se encuentra identificado para ubicar una fijeza particular de satisfacción y, a partir de puntualizarlos, poder promover una desidentificación ahí; esto es el final de análisis, al menos un posible final.

Desconocer el fantasma es desconocer el lugar de lo real en el fantasma, el lugar de lo real en el paciente. El analista deberá poder ubicarse en el lugar de vacío para poder alojar al “a” del paciente y finalmente lograr el atravesamiento del fantasma. Al respecto Colette Soler dirá: “El analista soporta la función del deseo, la función del objeto causa. Pero la soporta hasta que el analizante se separa de ella.”[1] A partir de aquí se producirán efectos de desanudamiento porque se despoja al sujeto de los significantes que lo inscribían en el deseo del Otro. En ésta instancia lo que vamos a situar son afectos de duelo, de pérdida de esa seguridad que el sujeto obtenía de su fantasma. El atravesamiento del fantasma consiste justamente en esto, en hacer el duelo del objeto que uno creía ser para un Otro. Ahora bien, el atravesamiento es una forma posible de fin de análisis, la otra sería del orden de una identificación/separación. Ante la presencia del discurso que nos viene del otro, dentro de la posibilidad de elegir ahí, uno puede optar por asumir un significante; es decir, identificarse con un S1, un “tú eres” que me viene del Otro que deviene en mi lugar. Pero en vez de ser petrificado ahí, puedo elegir el sentido, lo que ese significante quiere decir, el sentido que le otorgaría un S2, uno cualquiera. No obstante, cualquiera sea la elección habrá una pérdida; perdida de sentido o perdida de ser.

El psicoanálisis consiste en un método que apuesta a otro tipo de libertad electiva que implique una merma en la “falta en ser” inicial en pos de una ganancia del ser, ser en acto. Pasar a la acción requiere que el sujeto se ubique de una manera diametralmente distinta en relación al deseo del Otro, más allá o más acá de la demanda del Otro, más allá o más acá del registro del reconocimiento. El sujeto, en esta separación sobre lo alienante de ese otro encuentra una falta en el Otro, en los intervalos del discurso del Otro; "me dice eso, pero ¿Qué me quiere?" La separación va a ser entonces entendida como separación de esa vacilación entre el sentido y el ser, y apunta a lo que soy por fuera del encadenamiento significante, por fuera de los dichos del Otro. En la vacilación entre el ser petrificado bajo el significante y el sentido, el sujeto no existe, está incluido en el Otro. Solo puede realmente ser extrayéndose de la cadena del Otro, de sus sentencias y esto implica pasar por la falta del Otro, un cambio que consiste en situarse no por referencia a un discurso, sino por referencia a un Otro barrado del que no se sabe lo que quiere ni cuál es el objeto de su deseo; y se trata justamente de identificarse a ese objeto desconocido. Pero, tal como se dijo anteriormente, esta identificación a ese objeto no ubicaría al sujeto por fuera del lazo con el Otro. Muy por el contrario, identificarse a la falta nos remueve de la cadena del Otro pero es una elección, un querer, otra opción, y ya no un destino de la estructura que valdría igual para todos.

[1] Soler, C. (2013). Los efectos de separación. En El fin y las finalidades del análisis. Buenos Aires: Letra Viva, páginas 48-49

Lic. Rodrigo B. Ríos


 

BIBLIOGRAFÍA

  • Lacan, J. (1964). El Seminario. Libro 11. Clase 16. El sujeto y el otro: la alienación. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1960), El Seminario. Libro 7: La Ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

  • Lombardi, G, (2009), “Rectificación y destitución del sujeto”, en Revista AUN (Foro Analítico del Río de la Plata), Nº 1, Buenos Aires, 2009.

  • Schejtman, F. (2006). “Seminario: Histeria y Otro goce”: 1. “La Histeria, del lado Hombre”, en Cizalla del cuerpo y del alma. Buenos Aires: Berggasse 19

  • Soler, C. (1985). La elección de la neurosis. En Finales de análisis. Buenos Aires: Manantial

  • Soler, C. (2013). Los efectos de separación. En El fin y las finalidades del análisis. Buenos Aires: Letra Viva

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