MUJER, NO-TODA MADRE
Freud funda el Inconsciente como falo-céntrico y dirá que solo hay una libido, libido que es masculina, queda preso de una lógica universal, tener o no tener el falo condiciona los modos de gozar. Lacan, en cambio, hablará de goce fálico y del goce no-todo fálico.
Para Freud, el varón, al ver el órgano de la mujer la amenaza de castración se torna real y lo precipita a la salida del Edipo; la instancia superyoica cobra otro valor, se produce la internalización de la ley paterna. Entonces el niño sale del Edipo vía el complejo de castración, pero la niña, castrada desde el inicio, responsabiliza a la madre por ello e ingresa al Edipo en ese mismo momento lógico. Dicha decepción es “estructurante”[1] y la niña se dirigirá hacia el padre para remediar esa falencia y le exigirá un hijo como sustituto fálico. Luego, con la salida exogámica, éste reclamo se dirigirá a un hombre.
Freud dirá que la salida edípica de la mujer implicaría ciertos rodeos que no van a estar pre-establecidos, un súper-yo más lábil y una menor capacidad de sublimar. No obstante, todos estos postulados que enuncia Freud no se respaldan en la clínica, ésta demuestra lo contrario; un súper yo que puede ser estragante y no anudado a lo fálico.
En la obra Freudiana mujer y madre se superponen. Freud dirá que no hay mayor gratificación para la mujer que la maternidad, una salida edípica para la mujer por la vía del hijo como sustituto fálico. No obstante, para Lacan el hijo nunca va a colmar absolutamente a la madre y el que lo haga podría traer graves consecuencias para ese hijo/a; el estrago. Lacan, en el Seminario 17, nos dirá:
“El papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca del cocodrilo, eso es la madre. No se sabe que mosca puede llegar a picarle y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre.”[2]
La madre es la que marca el cuerpo del niño, la marca de lalengua, hace un cuerpo, pero no tiene nada de instintivo, y es un proceso que puede sufrir diversas contingencias. Hay algo del estrago materno en la mujer que es estructural.
Entonces para Lacan mujer y madre son posiciones diferentes, no solo no son similares, sino que, de hecho, se excluyen. Lacan va a poner el acento en el deseo de la mujer en la madre, el “no toda madre”, “no toda” para el hijo, deseo que permite poner un límite a la madre. Un deseo otro que la divide, no toda colmada por ese hijo, un deseo ubicable “más allá del Edipo”. En la madre, en ese niño, no es lo mismo ser “el falo” de la madre a ser uno de los falos; un falo entre tantos otros. Es importante que haya un deseo más allá de ese hijo, ese deseo otro, deseo enigmático, y lo que va a poner una traba al deseo de la madre va a ser la intervención del padre. Es necesaria la desarmonía del estrago para que algo de la desilusión se dé y haya una separación posible. Es la barradura de la madre, su castración, lo que va a permitir, en última instancia, la constitución de un sujeto. La lengua que hace marca no es la lengua de la comunicación, sino la lengua de los afectos.
POSICIÓN FEMENINA EN EL FIN DE ANÁLISIS
Para Lacan la posición del analista va de la mano de la posición femenina, en donde lo real y lo femenino están entrelazados, desprendidos de lo fálico, de lo fantasmático.
Lo que se espera al final de un análisis es que vayan cediendo ciertas identificaciones alienantes y poder ubicar el circuito pulsional que fija y determina la repetición[3]. Poder ir más allá de la satisfacción sintomática, más allá de la realidad fantasmática, más allá de lo que establece una forma determinada de relacionarse con el partenaire. Al final del análisis hay división subjetiva, pero nos posicionamos diferente frente a ésta, sin padecimiento y sin angustia, otra manera de tratar con el goce. Al decir de F. Farías:
“(…) el atravesamiento de una cura no es sin conmover las modalidades de goce que determinan la posición subjetiva.”[4]
Lic. Rodrigo B. Ríos
[1] Farías, F. (2017) Mujeres al fin. Testimonios, goce femenino y fin de análisis. Buenos Aires, Letra Viva. Pág. 47
[2] Lacan, J. (1960-1970), Seminario 17, “El Reverso del Psicoanálisis”, Buenos Aires, Ed. Paidós. Pág. 118
[3] Farías, F. (2017) Mujeres al fin. Testimonios, goce femenino y fin de análisis. Buenos Aires, Letra Viva. Pag. 29-30
[4] Farías, F. (2017) Mujeres al fin. Testimonios, goce femenino y fin de análisis. Buenos Aires, Letra Viva. Pag. 109
BIBLIOGRAFÍA
Farías, F. (2017) Mujeres al fin. Testimonios, goce femenino y fin de análisis. Buenos Aires, Letra Viva.
Freud, S. (1931) “Sobre la sexualidad femenina”, en Obras Completas, Volumen XXI, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
Freud, S. (1933 [1932]) “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencia 33: La feminidad”, en Obras Completas, Volumen XXII, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
Lacan, J. (1957-58) Seminario 5. “Las formaciones del Inconsciente”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Lacan, J. (1969-70) Seminario 17. “El reverso del psicoanálisis”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Lacan, J. (1972-73) Seminario 20. “Aun”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Soler, C. (2003) Lo que Lacan dijo de las mujeres, Buenos Aires, Paidós.
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